domingo, 26 de septiembre de 2010

JOSE IGNACIO VALERO MELO - IN MEMORIAM

ADIOS NACHO

Nacho fue un buen tipo.

Proactivo, emprendedor, elegante, de buenos gustos y por eso cada día buscaba mejorar su estatus, su nivel de vida.

Así pensó siempre y por supuesto por igual lo proyectaba, pero lo más importante, lo vivía.

Es cierto que por ser así, también un buen número de personas no lo entendían, pero él se las arreglaba y finalmente lograba entrar a todos los círculos.

Lo conocí en CARACOL (Cúcuta) adonde un día llegó como ejecutivo de ventas y allí duró muchos años, porque cumplió las metas y se acomodó a la exigencias de los buenos tiempos de la Cadena en Cúcuta.

En esas labores radiales formamos un buen equipo, le ayudé en sinnúmero de ocasiones para crear buenos textos publicitarios, grabarlos en mi voz, producirlos en compañía del “Costeño” Wilches y tener así buenas piezas al aire y desde luego clientes satisfechos.

Buscaba negocios buenos y alguna veces compartía con nosotros esos hechos transformados en ganancias, por eso acuñamos en nuestro lenguaje algunas palabrejas propias de “turcos” como “majito querido”, “jafana jafana”, cuando reitero, surgían buenos negocios y por ende más atención en creatividad y esfuerzos para el producto final.

Vestir bien, comer bien, escuchar buena música, sobre todo jazz como el de Mangione o nueva era al estilo de Jarré y Yanni, por igual marcaron la existencia de este boyaco cucuteñizado pero de fino hablar, respetuoso, buenos modales y con excelentes contactos.

El baloncesto que fue otra de sus pasiones, tenía estatura para hacerlo, también lo ubicó en muchos rectángulos a lo largo y ancho de la ciudad. Jugamos algunas veces, como por ejemplo en las olimpíadas del grupo Bavaria en la sede del Zulia.

Sin embargo y por “joderle la vida” un día lo invitamos con el Costeño a la fritanguería “Donde José” que quedaba por allá en Gratamira y le hicimos comer esas delicias de la comida criolla con mucho picante y buena cerveza.

Allí recordamos entre chiste y chanza que todos en Colombia provenimos o tenemos algo de extracción popular y eso nos hizo mucha gracia, pues Nacho tenía rato evitando sitios así y por fin recordaba otros tiempos y lugares.

Lo que no fue tan gracioso para su organismo fue la reacción adversa de tal comilona y al día siguiente apareció como adolescente con la cara brotada, pero bueno, el detalle fue compartir con sus amigos y dejar algo para el anecdotario.

El tiempo siguió su rauda marcha, más trabajo, más ventas, más cuñas, más transmisiones, más reuniones, más fiestas, en fin.

Un día se sintió triste y abatido por el carrito nuevo, un Fiat Uno de color rojo y nuevecito, que le robaron en san Cayetano, pero superó la pérdida y siguió adelante.

Años después supe que había dejado la concha caracolera por circunstancias que no vale la pena comentar y tiempo después nos encontramos en alguna calle cucuteña.

Me habló de sus deseos inmensos por seguir en los medios de la ciudad donde ya era bien conocido como vendedor y asesor publicitario, pues ya los hechos acaecidos y por los cuales había marchado, también estaban superados, eso me contó.

Hasta ese momento tenía la imagen de un triunfador.

Otro día me llamó y me comentó que estaba trabajando en el Kanal, le dí algunos consejos, si así pueden llamarse, por mi experiencia en el medio de la televisión y los aceptó con entusiasmo.

En otra ocasión volvimos a hablar y me entregó un par de negocios que yo podía desarrollar mejor que él.

Así era, buen amigo, compañero, leal en todo sentido y solidario cuando podía.

Inclusive tocamos el tema en repetidas ocasiones que viniese a trabajar en mi pequeña Productora de Medios, la cosa le sonaba y este fatal fin de semana estaba agendado hablar del tema, interrumpido abruptamente con el mensaje de Andrés Darío que decía, “Nachito nos ha dejado”

Verificamos la noticia, hicimos par de llamadas y si, Nacho ya no estaba en el mundo de los vivos.

Se quiso ir a destiempo y no por los canales tradicionales.

No renovó el contrato de su existencia y prefirió largarse sin avisarnos para nunca más volver.

Esa fue su decisión, buena o mala, nadie lo sabe, lo único cierto es que ya no lo volveremos a ver o escuchar, salvo en las fotografías o uno que otro testimonio por ahí grabado.

Pero lo recordaremos Nacho, durante su vida fueron más las cosas buenas que negativas, caminamos muchos senderos, logramos buenos triunfos, sufrimos algunas derrotas, pero ante todo hicimos cosas que para la radio cucuteña también marcaron época y usted fue parte de ese equipo ganador de Caracol Radio.

Nacho, seguiremos compartiendo muchas plegarias por la paz de su alma, así su partida al reino de los cielos haya sido inusitada y absurda.

Estamos seguros que Dios todopoderoso lo aprisiona en su seno, pues ha entendido las cosas, mientras nosotros tratamos de hacerlo acá en la tierra, pidiéndole al gran Jefe que lo guarde en su gloria y lo perdone si con eso calmamos algunos sentimientos.

De todos modos siempre estará en las buenas páginas de una historia que escribimos en esa gran familia caracolera, de la cual comparto algunas gráficas y lo recordaremos, repito, como esa persona de grandes sueños, nobles aspiraciones, incontables hechos y y pedimos al gran Jefe que lo guarde en su gloria, para recordar repito a la persona, al buen tipo que conocimos, al sobrio, al elegante, al José Ignacio de refinado estilo y de gustos no tan populares.

Hasta siempre Nacho.

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